jueves, 11 de diciembre de 2014

En la presentación del segundo volumen de Lo Que De Verdad Importa

Fue una gran tarde la de ayer, en el CÓMO. Éxito rotundo, llenazo total (de gente buena, de emociones, de complicidad, de intensidad, de firmas). No quedó ni un solo libro sin vender, ni uno solo de esos inmensos corazones blancos sobre fondo “rojo María”. Un libro importante, sí, que como todo lo que toca la Fundación Lo Que De Verdad Importa, está predestinado a hacer mucho bien a mucha gente.





Fue un honor compartir espacio y micrófono, complicidad y emociones, con gente tan importante como la que allí estaba: esas ‘locas’ maravillosas de LQDVI, con María, Pilar y Carol a la cabeza (y al corazón), culpables de toda esta historia cada día más grande, en todos los sentidos posibles; Dani Losada, mi socio, mi amigo, ese retratista de almas (sí, suena cursi, pero es que es así) que ayer nos emocionó especialmente, sin que pudiéramos disimularlo (delante de más de 200 personas); Javier Ortega, el editor, el paciente, el hombre de Lunwerg, que nos dio una hermosa y cinéfila lección de poesía; y, por supuesto, los que de verdad importan, los protagonistas absolutos, los imprescindibles: Amuda Goueli, que salió de una minúscula aldea nubia, perdida en el desierto, para crear Destinia.com (y aún mantiene los pies en el suelo); Anne-Dauphine Juliand, una madre coraje con una capacidad de amar tan inmensa como su dulzura; Emilio de Villota, que nos recordó una vez más por qué María era como era, esa sonrisa, esas ganas de vivir, ese corazón inabarcable; Sandra Ibarra, otra gran lección de valentía y amor a la vida (y a la buena música, pero eso es un Secreto); Lucía Lantero, a punto de salir de cuentas, que hace unos años fundó otra gran familia en Haití para cuidar –salvar- a unos niños con mucha peor fortuna; Bento Amaral, deportista tetrapléjico (qué cara de buena persona) que viajó desde Portugal con su mujer sólo para estar ahí; Xavi Torres, 16 medallas paraolímpicas, sin brazos ni piernas, un tipo cercano, simpático, luchador que debería protagonizar más de un programa de deportes; Toñejo, el gran Toñejo, un torbellino de humor, una fuerza de la naturaleza, un auténtico crack, en moto de agua, conduciendo un camión en el Dakar o en silla de ruedas. Y Phillippe Pozzo di Borgo, el protagonista real de la película Intocable, que no pudo estar en persona pero sí nos envió un vídeo, porque tampoco quería perderse el gran acontecimiento.


Hubo también invitados de excepción, como la incombustible Marimar García, como la cantante/actriz Miriam Fernández (protagonistas del primer volumen), y un buen puñado de familiares, amigos y fans de la Fundación que quisieron estar ahí, que siempre están ahí. Un lujazo de público. Un lujazo de presentación.


Y es que este es un libro importante. Lleno de lecciones, de valores, de historias de vida que son el mejor ejemplo, la mejor guía si queremos cambiar este mundo, aunque sea un poquito. Leopoldo Abadía cita siempre una frase (que yo recojo a menudo) que representa perfectamente el espíritu de la Fundación LQDVI y de todos los protagonistas de este libro: vivimos demasiado preocupados por el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos, cuando lo realmente importante es qué hijos queremos dejar a este mundo.

Sólo tenemos que echar un vistazo a nuestro alrededor, las noticias, los programas de TV, los protagonistas de las portadas, los ejemplos que marcan a nuestros hijos: políticos y empresarios corruptos, fama fácil, dinero fácil, sensacionalismo a tumba abierta, vidas (y almas) en venta, aprendices de estafadores convertidos en héroes populares… que llenan páginas y páginas, horas y horas de gigantesco vacíoY claro, no es de extrañar que a los jóvenes (y a los mayores) les entren ganas de volverse malos. La tentación es potente. Pero luego asistes a un congreso de LQDVI o te lees un libro como éste y, de verdad, te dan ganas de volverte bueno. De hacer cosas por los demás, de enderezar tu rumbo, de superar dificultades, de olvidarte del “no puedo” y del “si yo lo intento”, de ambicionar algo más que un puestazo y un cochazo.

Todos (padres, educadores, medios de comunicación, sociedad) somos responsables de los espejos en los que se miran los niños y los jóvenes de hoy. Esta es nuestra gran responsabilidad. Y somos también el ejemplo que les guía en uno u otro sentido (“Hijo, ten cuidado de por dónde andas” “Ten cuidado tú, papá; yo sigo tus pasos”). Por eso es importante este libro. Porque estas historias, estos ejemplos, estas lecciones de vida nos devuelven a la realidad, a la buena, no a la conveniente; y nos sacuden, y nos despiertan. Y nos levantan. SON UN PEDAZO DE ESPEJO.

Si nuestros hijos (y nosotros) miran a Lucía, a Sandra, a María, a Anne Dauphine, a Toñejo, a Amuda, a Xavi, a Bento… más que al pequeño Nicolás, a la Pantoja, a Urdangarín, a los de los ERES o a los de las tarjetas visa black, entonces sí estaremos dejando unos MAGNÍFICOS hijos a este mundo, como dice Leopoldo Abadía. Una generación, desde luego, más prometedora que la nuestra.


Lo dijo Jorge Font, ponente habitual de LQDVI: “Si no lees este libro, no te pasará nada. Pero si lo lees, te pasa algo seguro”. Pues eso, regálaselo a alguien que de verdad te importa.



lunes, 24 de noviembre de 2014

Lo Que De Verdad Importa 2014. Otra sacudida de las buenas.



Sucede, a veces, que uno necesita ese empujoncito que le reafirme en sus valores; que le diga que sí, que está en el camino correcto; que, aunque imperfecto, uno es en el fondo buena gente. Sí, todos necesitamos a veces ese empujoncito. Somos así, los humanos. Pero lo del pasado viernes no fue un empujoncito. Fue una sacudida en toda regla. Lo suele ser, siempre, el congreso de Lo Que De Verdad Importa. Porque lo que allí se vive, lo que allí se palpa, se respira, se ve; lo que allí se escucha y se interioriza no son testimonios más o menos impactantes, más o menos impresionantes; no, lo que allí experimentas son sacudidas brutales a tu conciencia acomodada, a tu vida de queja y pereza, a tu “no se puede”, a tu “es que” y a tu “si yo lo intento”. Y no hablo de los cerca de dos mil jóvenes que tuvieron la suerte –o los reflejos- de conseguir entrada (otros tantos se quedaron en lista de espera; buena señal de que la generación siguiente viene con ganas). No, hablo de nosotros, los maduros, los mayores, los que hoy –se supone- dirigimos el cotarro. O hundimos el cotarro.

Somos el espejo en el que se miran los niños y los jóvenes de hoy. Somos el ejemplo que les guía en uno u otro sentido; esa es nuestra responsabilidad, la más importante quizá (“Hijo, ten cuidado de por dónde andas” “Ten cuidado tú, papá; yo sigo tus pasos”). Por eso me gusta acudir al Congreso de LQDVI cada año. Porque nos devuelve a la realidad, a la buena, no a la conveniente; y nos sacude, y nos despierta. Y nos levanta.

Es lo que hizo Amuda Goueli. Un tipo que salió de una aldea nubia perdida entre el desierto y la nada, a orillas del Nilo en el lugar donde el Nilo es roca innavegable. Un tipo que decidió convertir esa nada en una empresa modelo, que hoy factura millones (Destinia.com), a base de tesón, valentía, perseverancia y fe inquebrantable en sí mismo. Un tipo que después de lograr todo eso y más, aún mantiene los pies sobre la tierra –sobre la arena del desierto- con una humildad, una cercanía y una sabiduría (“Hay que pasar por la vida como una esponja, no como una maleta”), que por desgracia no abunda en estos lares. Y con una simpatía tan contagiosa, tan enriquecedora como su mensaje. Gracias, Amuda, por tu sonrisa y tu sacudida.


Es lo que hizo también Lopez Lomong, Lopepe, un niño de la guerra, secuestrado por las tropas rebeldes en su aldea de Sudán del Sur a los seis años; que logró escapar, meses después, corriendo durante tres días con la ayuda de sus anónimos “ángeles”; que sobrevivió corriendo durante otros diez años en un gigantesco campo de refugiados; que consiguió llegar a Estados Unidos (adoptado por una familia buena y generosa), donde siguió corriendo hasta convertirse en uno de los atletas más queridos y respetados de su país de adopción (fue el abanderado de la Delegación americana en los Juegos Olímpicos de Pekín). Una maravillosa persona que hoy dedica gran parte de su tiempo y de su fama a contar su historia para inspirar a otros jóvenes, con su lección de superación y su mensaje de esperanza. Gracias, Lopepe, por estrechar mi mano y ensancharme el corazón.


Es lo que hizo Ryan Hreljac. Un imberbe de 23 años, dos metros de altura y un corazón inabarcable. Y una generosidad verdaderamente precoz: a los seis años se enteró de que miles de niños morían de sed en África y no se lo pensó un minuto antes de empezar una cruzada para recaudar fondos que permitieran construir pozos y dar de beber a todos esos niños. Lo que para cualquier otro habría sido un simple capricho infantil, en la terca cabeza de Ryan, en su obstinado corazón, se convirtió en una realidad: desde entonces su fundación Ryan’s Well Foundation ha recaudado millones de dólares que han dado de beber a más de 80.000 personas en 16 países de África. Gracias, Ryan, por dejarnos sin excusas.

Es lo que hizo Antonio Rodríguez (Toñejo para los amigos). ¡Y de qué manera! Eso sí que fue una sacudida, brutal, de choque, con una potencia que ni las motos que le llevaron tantas veces al pódium y casi al hoyo. “¿Morirme yo? ¡Ni de coña! ¡Si tengo que seguir compitiendo!” es lo que pensó camino de 16 meses de hospital, con el cuerpo literalmente roto tras el accidente que le rompió la espalda y le postró en una silla de ruedas de por vida. Una circunstancia que no le impidió seguir compitiendo, y ganando, en moto de agua e incluso en camión, en el París Dakar. El testimonio de Toñejo nos hizo reír –a carcajadas- nos hizo llorar –a lagrimones- y nos enseñó que si pones toda tu ilusión y estás rodeado de la gente que te quiere es muy difícil no conseguir tus metas, por inalcanzables que parezcan. Por imposibles que parezcan. Gracias, Toñejo, por esa montaña rusa emocional que fue tu ponencia (besada de mano de Ángel Nieto incluida). Todavía siento los temblores de tu sacudida.



Sí, es lo que tienen los congresos de LQDVI. Que te sacuden por dentro como una ola de seis metros en Mavericks. Y te dejan baldado. Y renovado. Y es que compartir ocho horas con tanta gente buena como la que se reunió el viernes en el Palacio de Congresos (ponentes, jóvenes, voluntarios, organización y amigos de la Fundación Lo Que De Verdad Importa), charlar con Amuda, desoxidar mi inglés con Ryan, recordar los viejos tiempos de Keeper con Toñejo, compartir canapés con Lopepe, contagiarme de María Franco, Pilar Cánovas, Carolina Barrantes y todo el equipo de LQDVI, reírme con Marta Barroso -sin su Él-, añorar el Cantábrico con Rodrigo García (marido de María de Villota), abrazar a María Jesús, Mariaje (orgullosa madre de Irene Villa) comentar el último CÓMO con Marita Antoñanzas o recibir la inyección de moral de Marimar García Garrido (Mar Afuera) y sus padres, Toni y Loli... pues eso, que te deja como nuevo. Esperando el próximo. Casi con mono de un nuevo chute de valores.

Pero hay remedio para el mono. Para todos aquellos que no han estado en este congreso (los que han estado ya lo saben), la buena noticia es que acaba de salir el segundo libro de Lo Que De Verdad Importa, que también he tenido el privilegio de escribir. Con las impresionantes historias de Toñejo y Amuda Goueli, además de las de gente extraordinaria como María de Villota, Pedro García Aguado, Sandra Ibarra, Álex Corretja, los protagonistas reales de ‘Intocable’, Lucía Lantero o nuestro multi medallista paralímpico Xavi Torres, y así hasta 13 (o 12+1, por deferencia a Ángel Nieto, que también estuvo en el congreso) Y, por supuesto, con las imprescindibles imágenes de Daniel Losada, un auténtico retratista de almas. Un tipo que merecería un capítulo propio en este libro. O en el siguiente.


Lo dijo Jorge Font, ponente habitual de LQDVI: “Si no lees este libro, no te pasará nada. Pero si lo lees, te pasa algo seguro”. Avisados estáis. También se puede regalar, es una buena obra. 


martes, 7 de octubre de 2014

LA MUERTE DEL EGOÍSMO. Más razones para leer el libro...


 
Aquí van algunas más de las 32 historias, reales y extraordinarias, que podéis encontrar en mi último libro La muerte del egoísmo. No son héroes lejanos a los que admirar, sino personas de carne , hueso y alma a las que imitar. Son inspiración, pero ante todo son ejemplo.
 
La primera parte de este post lo podéis leer haciendo clic aquí:
 
 
El libro La muerte del egoísmo (Ed. Palabra) lo podéis encontrar en librerías (TROA, Casa del Libro, El Corte Inglés, San Pablo...) y en Amazon. Muchas gracias por leerlo y compartirlo.
 
 
 
ZILDA ARNS. La Madre Teresa de Brasil

100.000 muertos en un terremoto pueden ser simplemente una estadística, un número anónimo, pero cada una de esas vidas perdidas es una historia, un drama personal y único, una tragedia descomunal para su familia. La dimensión de cada una de esas tragedias tal vez sea imponderable, salvo, quizá, que afecte a millones de personas. Éste es el caso de Zilda Arns. La pediatra que dedicó su vida a salvar a millones de niños de la inanición y la muerte en las zonas más pobres de Brasil, y que falleció en el terremoto de Haití, precisamente cuando pretendía llevar su organización, Pastoral da Criança, a aquel país asolado por la miseria.

 


PAQUITO FERNÁNDEZ OCHOA. Un campeón de la vida

Hace ocho años, uno de nuestros deportistas de oro –oro olímpico y humano- emprendió una de las competiciones más duras y difíciles a las que uno se puede enfrentar: el cáncer. Fue su último slalom, su carrera definitiva, su Gran Final. Un año de lucha que también acabó en oro, como no podía ser de otra manera. Porque lo que Paco Fernández Ochoa no sabía, es que llevaba toda su vida entrenando para llegar a esa meta como un campeón.



CHRISTOPHER HARTLEY SARTORIUS. Amar por encima de la propia vida


Hay a quien no le asusta el peligro. O al menos, poner en peligro su vida no le preocupa tanto como llevar a cabo su misión. Por ejemplo, el padre Christopher Hartley Sartorius. Curtido en el Bronx durante trece años, en la Calcuta de la Madre Teresa durante otros nueve o en los bateyes de la República Dominicana, donde vivía en permanente amenaza de muerte, o en su nueva misión evangelizadora en una de las zonas más pobres y conflictivas de Etiopía, la región de Ogaden, junto a la frontera de Somalia. Un paisaje desolador. Piedras, arena y miseria. Y peligro. Aunque ahora, también esperanza.


 

 

ANNE SULLIVAN Y LOLA BOGAS. Enseñar a vivir


Hasta que Anne llegó a su vida, Helen no era más que un ser con apariencia de niña incapaz de comunicarse con el mundo exterior, de sentir, de entender. Ciega y sordomuda, asilvestrada e impredecible, consentida por su madre y repudiada por su padre, sólo en Anne halló Helen sentido a su existencia. Anne no se compadeció de ella, luchó por ella (y a veces contra ella) con tesón, paciencia y generosidad más allá de cualquier límite. Y, sobre todo, con fe inquebrantable. El ángel guardián y el alma perdida que trata de abrirse al mundo; la puerta serán las palabras, y el amor. El milagro de Ana Sullivan (Arthur Penn, 1962) es una película dura y hermosa sobre el aprendizaje, la soledad compartida y la ceguera, no sólo física. La historia real de Anne y Helen va todavía más allá. Mucho más allá.


Como Anne Sullivan, Lola Bogas también es maestra por vocación, por pasión y por dedicación; como Anne, Lola también ha trabajado toda su vida con niños difíciles, unos por razón de su origen, otros por su enfermedad; y también como Anne, Lola se ha quedado ciega. Aunque ello no le ha impedido continuar con su vocación docente, en el mismo colegio donde ejerció como maestra y directora durante 25 años, y ahora también en un centro de educación especial para ciegos de la ONCE.

 


VICTOR FRANKL. El hombre en busca de sentido

Fue uno de los más eminentes psicólogos y neurólogos del planeta; ya a los 16 años se carteaba con Freud y a los 20 expuso su teoría de la Logopedia en el Congreso de Psicología de Dusseldorf; fue Jefe del Departamento de Neurología del Hospital Rothschild a los 32 años y del Hospital Policlínico a los 38; Doctor en Filosofía y Profesor Invitado en las más prestigiosas universidades europeas y americanas; publicó multitud de libros y artículos, fue alpinista, piloto, caricaturista y enamorado de las corbatas. Vivió 92 años absolutamente plenos. Pero donde encontró sentido a su existencia, y a la del ser humano, fue en el lugar donde menos imaginó: los campos de exterminio nazis.
 
 
 
 
LOS 33 DE SAN JOSÉ. La luz dentro del túnel
El 5 de agosto de 2010, treinta y tres hombres quedaron atrapados en la mina San José, Chile. Durante 17 días permanecieron incomunicados y casi (casi) fueron dados por muertos. Después de dos meses de entierro en vida y tras un espectacular rescate, los 33 vieron la luz. Lo que se vivió ahí dentro, en el interior de esa gigantesca y profunda tumba y en el interior de esas treinta y tres almas sin esperanza, fue desvelado por el único periodista que tuvo acceso directo a ellos. Gracias a él, todos pudimos conocer la historia y, lo que es más importante, aprender la lección.
 

 


SOR TRIPI. Un ángel en el infierno

 
«Ir a la cárcel parecía malo, pero ha sido una bendición». El dueño de estas palabras es un recluso del penal madrileño de Estremeras, condenado a varios años por un delito grave, y lo que dice no es fruto de una variedad penitenciaria del síndrome de Estocolmo. Sus palabras salen del corazón y son fruto del amor, la dedicación y la labor evangelizadora de un ángel que lleva más 30 años salvando almas en el infierno de la cárcel. Su nombre, sor Mari Luz. Sor “Tripi” para los presos (todos experimentan un subidón que ninguna droga ha logrado provocarles antes). Ella les escucha, les anima, les comprende y, lo más importante, no les juzga.
 
 

 
MADRE TERESA. Amar hasta que duela

Madre Teresa nunca buscó ser centro de atención, ni comprendió por qué le otorgaban premios y distinciones (más de 700) gobiernos e instituciones de todo el mundo. Su extrema humildad queda palpable en la que fue su habitación durante muchos años: una estrecha cama, un sobrio escritorio, una mesa de madera y un taburete; sobre la mesa, una figura de la Virgen y en las paredes, un mapamundi, una foto suya con Juan Pablo II y una pequeña cruz rodeada por una corona de espinos, con un cartelito: “Mi corazón pertenece a Jesús”. Y sobre el armario, dos cajas de cartón: una grande para la correspondencia y otra, más pequeña, con una pegatina en la que se lee “Premios”.

 

 

 

jueves, 18 de septiembre de 2014

LA MUERTE DEL EGOÍSMO. 32 razones para leer y compartir el libro (I)


Estas son algunas de las 32 historias, reales y extraordinarias, que podéis encontrar en mi último libro La muerte del egoísmo. Locos revolucionarios que eligieron un día el camino más difícil para alcanzar el éxito: el del sacrificio, el de la entrega, el del esfuerzo. El de la bondad. El de la generosidad. Darlo todo por nada y nunca medir lo que das, escribió el poeta. A veces, incluso, la propia vida.
El libro La muerte del egoísmo (Ed. Palabra) lo podéis encontrar en librerías (TROA, Casa del Libro, El Corte Inglés, San Pablo...) y en Amazon.  








MAR AFUERA. Una Familia feliz

Aparentemente, la familia García Garrido es una de esas familias corrientes, que vive una vida corriente en un barrio corriente. Nada fuera de lo común. Pero cuando los conoces, cuando compartes con ellos la risa, la complicidad, la ilusión y la alegría de vivir, descubres que, en realidad, estás ante una familia extraordinaria, compuesta por personas extraordinarias y que dan cada día un ejemplo extraordinario de lo que es la felicidad.  A pesar de la desgracia, a pesar de la enfermedad. Y es que Loli, Toni y sus seis hijos no es que hayan matado el egoísmo, lo han pulverizado. Directamente.




EQUIPO HOYT. Mi padre es mi héroe

El Ironman es la prueba más dura y exigente del Triatlón: 3.800 metros nadando en mar abierto, 180 km en bicicleta y 42,2 km de carrera a pie. Sólo los atletas más resistentes y preparados tienen el valor de participar, después de años de entrenamiento. Si a esa dureza extrema le añadimos remolcar una pesada barca mientras nadas, cargar con un sidecar acoplado a tu bicicleta y correr empujando una silla de ruedas con un individuo de 70 kilos encima, ya no eres un atleta, eres un héroe. Y hace falta mucho más que el más exigente de los entrenamientos para llegar a la meta. Hace falta sentir mucho amor por ése a quien llevas. Tanto, que verle sonreír mientras tú resoplas por el esfuerzo sea tu mayor recompensa.



MOIRA KELLY. Madre sólo hay una

La imagen es conmovedora en el programa de la television australiana: sobre el escenario, un joven iraquí con serias deformaciones sujeta el micrófono con sus muñones mientras realiza una interpretación sublime de Imagine; en la mesa del jurado, llanto contenido y sincera admiración; en el público, llanto incontenido y entregada devoción; y en el backstage, la alegría y el orgullo desbordados de una madre que consigue a duras penas no saltar al escenario para abrazar a su hijo. El joven se llama Emmanuel. Su madre adoptiva, Moira Kelly; una discípula aventajada de la Madre Teresa que protagoniza una historia de amor, entrega y fe.



MÁS ALLÁ DE UN ROSTRO. ¿Incapacidad? No, capacidades distintas

Visto desde fuera, tener un hijo con síndrome de Down es, para la mayoría de la sociedad, una desgracia ajena. Visto desde dentro, para la mayoría de los padres la noticia es un shock; para algunos, incluso, una tragedia. Pero con el paso de los días, el drama va dejando paso a la comedia romántica y, con los años, la presunta tragedia se convierte, casi sin excepción, en una maravillosa historia de amor.







JAVI. Yo también merezco celebrar la Navidad

“Yo nací un día que Dios estuvo enfermo” escribió el poeta del dolor. Puede que Javier Cosano, Javi, pensara lo mismo cuando tuvo edad suficiente para pensar. Y es que, durante los 40 años transcurridos desde el día en que nació, ha tenido sobradas razones para pensarlo. Y para sufrirlo. Gitano de raza y condición, huérfano de padre y abandonado por su madre, clinero desde los 11 años, drogadicto no mucho después, desde siempre durmiendo entre cartones, en una esquina cualquiera de una calle cualquiera de un barrio cualquiera de Madrid.





ES PAÍS PARA VIEJOS. Un merecido homenaje a nuestros mayores

En la durísima novela de Cormac McCarthy, el estado fronterizo de Texas no es país para viejos porque el sádico y frío Anton Chigurh se encarga de que muy pocos lleguen a la edad madura. Pero España no es Texas. Aquí sí llegamos a viejos; y cada año son más nuestros mayores. Más en número y más en edad. La clave está en cómo transcurre su vejez, con qué grado de dignidad, o de soledad, o de compasión. La clave está en cuánto amor les entregamos nosotros, todos, para mantener viva su llama.




JEFF Y CLIFF. La experiencia más humana

Jeff y Cliff son dos hermanos veinteañeros, huérfanos de madre, con un padre drogadicto y alcohólico al que no ven desde hace años, que un día deciden no permanecer ni un segundo más lamentando su mala suerte y comienzan una búsqueda de sí mismos a través de los demás. Pero no de cualquier “demás”, sino de los que están incluso más desheredados que ellos: los ‘sin techo’ de Nueva York, los niños perdidos de Lima y los leprosos de los bosques de Ghana. Tres experiencias reales como la vida, convertidas en un multipremiado documental que ha conmovido al mundo.




ROCÍO, IGNACIO, MARÍA E ÍÑIGO. La mejor lección del verano

Rocío e Ignacio no han hecho turismo solidario para ricos este verano. No han dormido en confortables suites con servicio, jacuzzi y terraza con vistas a la pobreza. No han lavado su conciencia occidental dejando unos dólares de propina en el cesto del “tercer mundo”. No. Rocío e Ignacio han comido, han dormido, han convivido codo con codo con la miseria. Porque han ido a la miseria a currar. De sol a sol. Y más.

María, como Rocío (su prima y su mejor amiga), eligió uno de los rincones más pobres y castigados del mundo para pasar sus vacaciones de verano: Camboya. Y, como además María nunca ha sido de mínimos, de entre toda la miseria que azota inmisericorde a los camboyanos desde hace décadas, eligió a los más olvidados, a los más desafortunados, a los más castigados… a los más necesitados: los niños que viven (sobreviven) en los infames basureros que rodean la ciudad de Phnom Phen. A ellos llevó María su sonrisa contagiosa, y a ellos dedicó también, junto a su hermano Iñigo y el resto de jóvenes voluntarios, cada minuto de las cinco intensas (y agotadoras y durísimas) semanas que vivieron en los campamentos de la organización Por la Sonrisa de un Niño.

LIZ MURRAY. Del infierno a Harvard

Cuando Antoine de Saint Exupéry dijo, en boca de su Principito, “a veces no sabes lo que puedes hacer hasta que lo intentas como si supieras que lo vas a hacer” no se refería, probablemente, a Liz Murray y el pozo de miseria del que tenía que escapar. O sí. El caso es que eso fue exactamente lo que hizo Liz: intentarlo, y conseguirlo. Salir de la calle y entrar en Harvard. A pesar de que su vida decía que era absolutamente imposible.





BETHANY HAMILTON. Alma de surfer

Bethany Hamilton estaba predestinada a las olas desde que llegó a este mundo. Nació en la cuna del surf, Hawaii, de padres surferos, y desde niña se rodeó de hermanos, amigos y vecinos surferos. A los ocho años ya competía —y ganaba— en las salvajes olas de Oahu; luego siguieron decenas de campeonatos y de trofeos. Cuando cumplió trece, un tiburón envidioso reclamó su propio trofeo: el brazo izquierdo de Bethany. Sólo tres meses después estaba compitiendo de nuevo. Con un brazo menos, pero con una fe, un coraje y un espíritu que han conmovido al mundo entero, dentro y fuera del mar.

JAIME CABALLERO Y JACOBO PARAGES. Un corazón como un océano

Jaime nada por los que no pueden nadar. Jacobo por los que creen que no pueden. Jaime ha realizado proezas casi sobrehumanas con repercusión internacional. Jacobo ha superado desafíos con una alcance humano más allá de lo común. Ambos, Jaime y Jacobo, nadan por la mejor de las causas: los demás. No importa el alcance de sus retos, la medida de sus proezas; importa el alcance de su mensaje, la medida de su ejemplo, de su entrega. Importa, sobre todo, el tamaño de su corazón. Un corazón como un océano.











JACK TWYMAN. El jugador más valioso de la NBA

Jack Twyman fue uno de los jugadores más completos de la NBA, jugó 11 temporadas y disputó seis veces el 'All Star'; siempre hambriento de canasta, en la temporada 59-60 fue el primer jugador en la historia, junto al mítico Wilt Chamberlain, en superar los 30 puntos de media. A lo largo de su prolífica carrera batió varios records dentro de la cancha, pero la hazaña por la que siempre será recordado y admirado tiene más que ver con el compañerismo, la generosidad y el valor fuera de la cancha, en una época convulsa y violenta.
 






EL ALMA VIVA. Síndrome del cautiverio y felicidad

Están encerrados en su propio cuerpo, totalmente paralizado por una cruel enfermedad, pero con su cerebro intacto. No pueden moverse, ni hablar, ni alimentarse, ni realizar sus necesidades básicas sin ayuda; no pueden siquiera sonreír. Viven dentro de un cuerpo muerto, y sin embargo aún tienen ganas de vivir. Sufren un verdadero infierno cada minuto de cada día, y sin embargo no se sienten desgraciados. Muchos, incluso, aseguran ser felices.





PLAYING FOR CHANGE. Alguien a tu lado

Los músicos callejeros son habitualmente despreciados por los insensibles viandantes de las grandes ciudades o, en el mejor de los casos, simplemente ignorados. Algunos de ellos son molestos, es cierto; pero muchos otros poseen enorme talento, cuando no auténtica genialidad. Sólo nos piden que nos detengamos un minuto, que escuchemos su música y, si acaso, echemos una moneda o dos. Muy poco para lo mucho que ellos nos dan.





GINO BARTALI. El héroe silencioso

Gino Bartali, Il Ginettaccio,  fue un grande entre los grandes del ciclismo, un deportista extraordinario y un mito para el pueblo italiano, que lo adoraba como a un verdadero héroe; especialmente Mussolini, quien lo convirtió en símbolo viviente del Partido Nacional Fascista. Vencedor del Giro de Italia en siete ocasiones y del Tour de Francia en otras dos, ganador de cinco campeonatos nacionales y de unas cuantas clásicas, Bartali era un magnífico escalador, un corredor duro y tenaz, un líder generoso con su equipo… y un ser humano excepcionalmente valiente que se jugó la vida durante los años más duros del fascismo para salvar a ochocientos judíos del exterminio. Una hazaña, por cierto, que mantuvo en secreto hasta su muerte, y que fue descubierta por casualidad.